
El recibo de la luz se dispara en España: el apagón del 28 de abril es solo una de las causas
- El IVA al 21% o el peaje que cubre costes del sistema, otras motivos de una subida que se estima en 10€ mensuales
- Lideramos el incremento en Europa con un 14,7% interanual, mientras países vecinos como Alemania o Portugal abaratan la electricidad
El precio de la luz en España se ha disparado de forma continuada en los últimos meses, situando la factura media de los hogares entre las más caras de Europa y con la mayor subida interanual. En agosto, los consumidores españoles pagaron un 14,7% más que en el mismo mes del año anterior. Esta cifra contrasta drásticamente con la situación en países vecinos como Francia, donde el recibo cayó un 13,6%, o Alemania, con un descenso del 1,7%.
Este incremento, que supone unos 10 euros más al mes para una factura media respecto a la primavera, se debe a una tormenta perfecta de factores internos: un sobrecoste de seguridad en la red eléctrica, una mayor carga fiscal y la creciente dependencia del gas para producir electricidad en un contexto de precios al alza.
LAS 3 CLAVES. Para entender por qué el precio no deja de subir a pesar de que las energías renovables son cada vez más importantes, es necesario analizar tres causas principales que impactan directamente en el importe final.
El origen más directo de esta escalada de precios se remonta al gran apagón del 28 de abril. Desde entonces, Red Eléctrica, el operador del sistema, ha activado una “operación reforzada” para evitar que un incidente similar se repita. Este modo seguro obliga a utilizar más centrales de ciclo combinado, que queman gas para producir electricidad.
Aunque estas centrales garantizan la estabilidad de la red, son la tecnología más cara. Su mayor uso (han pasado de aportar un 11% de la electricidad en 2024 a más de un 15% en 2025) provoca que el precio en el mercado mayorista suba para todos, un coste que se traslada directamente a la factura. Solo este servicio de ajuste para evitar apagones supuso un sobreprecio de 5 euros por MWh en agosto y se estima que el coste anual para los ciudadanos podría superar los 2.300 millones de euros.
IMPUESTOS Y GAS. A diferencia de 2024, cuando se aplicaban medidas fiscales extraordinarias por la crisis energética, desde enero de 2025 el IVA de la electricidad volvió a su tipo general del 21%, frente al 10% anterior. A esto se suma que el Gobierno también incrementó los peajes y cargos fijos de la factura, destinados a cubrir costes regulados del sistema. En conjunto, los impuestos y los peajes ya representan alrededor de dos tercios del recibo que pagas.
Por último, el sistema de fijación de precios en España (mercado marginalista) provoca que la tecnología más cara necesaria para cubrir la demanda, habitualmente el gas, fije el precio de toda la electricidad. Un gas que ha subido de precio en la primera quincena de septiembre y que en España tiene un impacto mayor debido al “modo seguro” que nos hace quemar más gas.
Por tanto, no solo dependemos de un combustible caro, sino que hemos aumentado su uso, lo que nos hace más vulnerables a las tensiones geopolíticas y a la volatilidad del mercado internacional de la energía.
A LA INVERSA. La divergencia del mercado eléctrico español con el de sus socios europeos es evidente. Mientras la media de la Eurozona vio una reducción del 0,5% en la factura de la luz, España lidera las subidas.
País | Variación anual |
---|---|
España | +14.7% |
Francia | -13.6% |
Italia | -4.9% |
Portugal | -2.3% |
Alemania | -1.7% |
Media Unión Europea | +2.0% |
DOBLE IMPACTO. Esta situación no solo afecta a las familias, para las que la electricidad ya es uno de los tres mayores gastos del hogar, sino que también lastra la competitividad de la industria española. Para un gran consumidor industrial, la factura eléctrica en España es 2,6 veces más cara que en Francia y 1,5 veces más que en Alemania. Este sobrecoste pone en riesgo la viabilidad de sectores clave y la inversión extranjera.
Los expertos prevén que la volatilidad continúe. Aunque el despliegue de renovables a largo plazo debería moderar los precios, a corto y medio plazo la factura seguirá condicionada por el coste de la seguridad del sistema y los precios internacionales del gas. Las soluciones siguen pendientes de un mayor consenso político.
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