¿Luz a mitad de precio en invierno? El motivo por el que tu factura podría desplomarse un 45%

Es la noticia que muchos hogares llevaban años esperando. Tras varios inviernos marcados por la incertidumbre energética y los precios disparados, el pronóstico para el final de 2025 y el arranque de 2026 rompe con todas las tendencias anteriores. Según la consultora Tempos Energía, la factura de la luz de este invierno podría ser hasta un 45% más barata que la del año pasado.

No es un error de cálculo ni una promesa vacía. Los futuros eléctricos para enero y febrero de 2026 cotizan en una horquilla de entre 60 y 65 euros/MWh, una cifra muy alejada de los picos de estrés vividos anteriormente. Incluso en el peor escenario —con olas de frío intenso—, el precio no superaría los 85 euros.

“Nos encontramos ante un doble hito: contamos con un gas barato y estable, y el invierno arranca desde un suelo real con un sistema cómodo, pero altamente sensible”, asegura Antonio Aceituno, director general de Tempos Energía.

La tormenta perfecta, pero positiva

¿A qué se debe este desplome? La respuesta tiene nombre propio: el viento. Aunque el gas se mantiene estable en torno a los 30 euros, la energía eólica se ha erigido como el “rey del tablero”, cubriendo la demanda en las horas solares y al anochecer, momentos donde antes era necesario quemar gas caro.

Esta volatilidad generada por el viento hace que el precio cambie drásticamente en cuestión de minutos. Por eso, ahora es más crítico que nunca entender cómo funciona el nuevo mercado eléctrico de 15 minutos, un sistema diseñado precisamente para adaptarse con precisión quirúrgica a estos vaivenes de las renovables.

Con el precio mayorista cayendo en picado, la pelota está en el tejado del consumidor. Las comercializadoras están ajustando sus márgenes y quedarse quieto puede salir caro. Para notar este alivio del 45% en el bolsillo, es fundamental revisar el contrato actual y comparar entre las tarifas de luz más baratas disponibles este mes de noviembre, ya sea en el mercado libre o volviendo al regulado (PVPC) para aprovechar las horas de viento barato.

Aliados globales: el “gigante dormido” y el petróleo

Pero el viento no actúa solo. Europa cuenta con una red de seguridad inesperada: la debilidad de la demanda asiática. China, el gran comprador marginal del sistema, “ha perdido el impulso”. Mientras el gigante asiático no despierte, Europa recibe cargamentos de Gas Natural Licuado (GNL) sin tener que competir ferozmente en precios, lo que mantiene nuestras reservas en niveles cómodos.

A esto se suma un mercado del petróleo que “nada en la abundancia”. El barril de Brent se mantiene atascado en la banda de los 60-70 dólares, incapaz de subir a pesar de las tensiones geopolíticas. Según explican desde Tempos Energía, la sobreoferta física de países como EE.UU., Brasil y Guyana ha inmunizado al mercado: los conflictos actuales apenas tienen un impacto efímero en el precio.

Más allá del invierno: estabilidad hasta 2026

La buena noticia es que esta tendencia bajista parece estructural. Las previsiones a largo plazo dibujan un 2026 tranquilo: tras un primer trimestre en los 64,55 euros/MWh, se espera que el precio se relaje aún más en el segundo cuatrimestre hasta los 40,25 euros de media. Salvo sorpresas mayúsculas, el año que viene promete ser un respiro para las economías domésticas.

Sin embargo, los expertos llaman a la cautela. Aunque la materia prima (la electricidad en sí) baje, la factura tiene otros componentes fijos que no dependen del clima ni de China. El sistema eléctrico español sigue arrastrando costes regulatorios importantes.

De hecho, recientemente se ha puesto el foco en lo que nos costarán los 1.300 millones extra necesarios para salvar a las renovables, una partida presupuestaria que actúa como contrapeso en la factura final y evita que el recibo llegue a cero, por mucho que sople el viento.